¿Es posible cultivar papas en Marte? ¿Conseguir agua? ¿Llamar a La Tierra? o ¿Es posible que un funcionario de rango medio de la Nasa se encare con el mismísimo director para proponer una misión milagrosa, que ninguno de sus superiores había contemplado?
Esas son las preguntas que quedan gravitando en el 'espacio' tras ver The Martian, la más reciente cinta de Sir. Redley Sccott, un largometraje que entretiene pero que no convence.
La trama es sencilla: el mejor botánico del mundo es abandonado, por equivocación, en el planeta rojo y debe hacer gala de sus conocimientos para sobrevivir con un mínimo de recursos durante varios meses.
Pero es tal el grado inverosimilitud, que el director recurre a un elemento casi didáctico en el que, el protagonista, encarnado por Matt Damon, debe explicarle cada detalle a una cámara, que cumple las funciones de bitácora.
Pero quizás el gran desacierto y por el cual es sorprendente que la cinta haya sido aclamada, es que el personaje jamás transmite la angustia, la desesperación o el temor a la muerte, y para la escena del rescate final tiene aires de película de Marvel.
A pesar de todo ello, The Martian entretiene y es una muy buena experiencia siempre y cuando lo único que se busque sea pasar el rato.
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