Por Camila Caicedo.
La mirada enamorada entre Harry Styles y Florence Pugh en el cartel de la película Don’t Worry Darling solo me hacía pensar en un drama rosa, en el que el amor triunfa y las lágrimas terminan aflorando, a pesar de lo ridículas que puedan llegar a ser algunas de sus situaciones. Pero, cuando me topé con esta película y decidí verla, descubrí un thriller camuflado detrás de colores vivos y un diseño de producción que todo el tiempo resalta la ‘perfección familiar’, en la década de los 60.
La cinta, dirigida por la actriz Olivia Wilde, plantea la vida en pareja de Jack y Alice Chambers, en una comunidad creada por el Proyecto Victoria, una iniciativa en la que trabajan los hombres y que, a pesar de ser desconocida para las mujeres, las mantiene alienadas bajo un modelo de esposa perfecta, en el que es necesario saber cocinar la cena, estar siempre linda y dispuesta, para cuando el marido llega a casa, cansado de sus labores.
A pesar de que Alice parece la indicada para esa vida de lujos y sometimiento machista, poco a poco empieza a experimentar alucinaciones que la llevan a cuestionarse los motivos por los que fueron reclutados, así como la adoración desmedida que le manifiestan siempre al líder de la comunidad.
Con esto, la película presenta un recorrido por ese estilo de vida tradicionalista, colorido y limitado, para poco a poco desvelar el sometimiento que se esconde en las apariencias y, para mí, romper abruptamente con esa fachada cursi que veía en la propuesta, solo por tener a una estrella pop en uno de sus papeles protagónicos.
Y sí, debo admitir que Styles me predisponía mucho, pero este logra una buena ejecución dando vida a ese hombre obsesionado con el éxito laboral y personal. Por su parte, Pugh, quien fue mi favorita de la Little Women de Greta Gerwig, es lo mejor de la cinta, gracias a que su interpretación es la que lleva a los espectadores entre esa vida de ama de casa y el miedo por todo aquello que no tiene explicación.
Dos elementos que me entusiasmaron mucho del guion de Katie Silberman, y que está basado en una historia de ella, Carey Van Dyke y Shane Van Dyke, son una escena en la que la protagonista trata de reivindicar a las mujeres de la película, llevando la conversación hacia ellas, por primera vez, y a los vacíos que se encuentran en sus versiones de vida y enamoramiento. Creo que es mi parte favorita.
Igualmente, la manera en que se aborda el tema de las oportunidades laborales inciertas (y sospechosas), la influencia de la tecnología y cómo, a veces, nos dejamos absorber por sueños ajenos, para terminar ignorando las motivaciones reales. Hubo instantes en que me quedé totalmente sorprendida por los giros en la trama, de una forma positiva.
No obstante, Don’t Worry Darling deja muchas preguntas abiertas en situaciones fundamentales, tanto sobre el pasado como el futuro de los personajes, el verdadero impacto de los hallazgos de Alice y su desenlace. Igualmente, creo que le hizo falta enfocarse un poco más en otros personajes y no dejar con todo el peso de la historia, y de la película, a la actriz. Así se obtendrían más respuestas.
Vale la pena verla para explorar más el cine hecho por mujeres, cuestionarse sucesos que podrían estar muy cerca y conocer nuevas caras que parecen prometedoras, así al final no quede más que lanzar a la pantalla un “¿qué pasó?” y sacar conclusiones por cuenta propia.
Disponible en HBO Max ;)
Comentarios