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Mostrando las entradas de febrero, 2020

Diamantes en bruto, una cinta incómoda, para sufrir y disfrutar

@kalosw Howard Ratner es un tipo despreciable, trata mal a sus empleados, amigos y familia, es adicto a las apuestas y está acosado por las deudas. Como propietario de una joyería, ubicada en el barrio de los diamantes de la ciudad de Nueva York, les vende únicamente a ricos y famosos.  Un día, motivado por la aparición de una piedra sumamente valiosa, cree por fin va a salir de sus problemas económicos, pero nada va a resultar como él espera porque Howard tiene una curiosa habilidad para tomar malas decisiones y estropear aquello que le sale bien.  Si no fuera por el carisma que Adam Sandler le imprime a este personaje, seguramente cualquier espectador se sentiría feliz de verlo descender al fracaso, pero Sandler genera tal empatía, que durante 135 minutos solo provocará angustia, estrés e incomodidad por lo malo que le pueda suceder.  Gracias a Netflix y a la gran productora A24, hace tres semanas se estrenó Diamantes en Bruto, la más reciente película de Ben y

Mi primera vez con Sex Education

Por Camila Caicedo. Todo el mundo hablaba de Sex Education, en redes sociales. Se acababa de estrenar su segunda temporada, y yo, que no soy muy de ver series y maratonear, aún no me había sentido atraída por ella, a pesar de que llevara un año entre las sugerencias que me daba la plataforma. Sin embargo, muchos comentarios acerca de una escena relacionada con unión femenina me hicieron decidirme a verla. Esta es una producción inglesa, que hoy tiene dos temporadas, de ocho capítulos cada una, que duran aproximadamente 50 minutos. Su argumento se basa en la historia de Otis, un joven de 16 años, que cursa la secundaria y es hijo de una sexóloga. Un día, se atreve a dar un consejo sexual a un compañero, a pesar de su nula experiencia y, al salir todo bien, inicia una ‘clínica’ de asesoría sexual, con Maeve, una de sus compañeras, para ganar dinero. Con una premisa como esta y un lenguaje totalmente abierto, fue casi inevitable no seguir la historia y querer saber qué pasa

Jojo Rabbit

Jojo solo tiene 10 años de edad, pero es todo un fanático, integra las Juventudes Hitlerianas, sueña con ir a la guerra y capturar a algún judío. Su obsesión llega a tal punto que su mejor amigo es Adolf Hitler, o por lo menos la fantasía que se ha hecho de él.  Durante la estadía en un campamento, cuyo fin es prepararlo para la batalla, descubre que no tiene ‘el valor’ ni para hacerle daño a un conejo indefenso. Aún así, sigue convencido de que la raza aria es superior al resto de la humanidad y que los alemanes van a ganar la guerra. Cuando Jojo descubre que su madre esconde a una niña judía en el ático de su casa, decide congraciarse con el Führer escribiendo un libro sobre el pueblo judío y, sin darse cuenta, cambia la manera de ver el mundo, aunque algunas lecciones resultarán más dolorosas de lo esperado. Jojo Rabbit, del director neozelandés Taika Waititi, es de esa clase de películas que al finalizar de verla deja una grata sensación en la boca del estómago, co

Ráfaga de un matrimonio

“Que el amor es simple y a las cosas simples las devora el tiempo”. Marriage story inicia con una secuencia encantadora. ¿Qué es lo que más amas de Nicole?, ¿Qué es lo que más amas de Charlie?, dos preguntas planteadas a los personajes principales, que se van respondiendo a modo de anécdotas, en voz en off, y con el retrato de cada una de las situaciones, en un encuadre tan íntimo como el de estar enamorado. Ambas respuestas son una forma poética de presentar oficialmente a Charlie y a Nicole, generando un vínculo instantáneo con el público, que inmediatamente después deberá abandonar ese mundo de fantasía, para vivir de cerca el estrés y la rudeza de un divorcio, con un hijo a bordo, y en el contexto estadounidense. Marriage story es una película sobre el final de una hazaña, sobre el derrumbe de esa ‘verdad’ que se vio al principio, después de que Nicole recibiera una oferta para trabajar como actriz, en Los Angeles, y Charlie, quien dirige teatro en New York, no ace

Cuando el infierno se ve hermoso

Es el 6 de abril de 1917, sobre un campo verde de pequeñas flores amarillas descansan los soldados británicos que combaten por la liberación de Europa. Falta poco para que termine la Primera Guerra Mundial, pero la humanidad ya ha conocido el horror de las trincheras; una generación entera se está quedando enterrada entre el lodo, la mierda y la sangre. De repente, el receso de los soldados Blake y Schofield es interrumpido. Han sido escogidos para cumplir una misión casi imposible: cruzar las líneas enemigas, llevando consigo una orden del alto mando, para que se cancele un ataque, que se llevará a cabo a la mañana siguiente. Si no logran entregar el mensaje a tiempo, 1600 hombres serán masacrados por el ejército alemán, entre ellos, el hermano mayor de Blake. Siete minutos y medio son suficientes para que el director Sam Mendes atrape al espectador en un drama bélico, en el que retrata las anécdotas que le contaba su abuelo sobre su paso por el Frente Occidental. De la m

Escalar hacia la nada

Cuando la familia Kim vio la oportunidad de dejar su precario trabajo, empezar a ganar más dinero y cambiar a un estilo de vida mucho más acomodado, no dudó en decir algunas mentiras piadosas para que todos tuvieran estabilidad. Así fue como se atrevió a engañar a los Park, una familia adinerada a la que, uno a uno de sus miembros, se fue vinculando para suplir las necesidades de maestros particulares o choferes, sin revelar que tenían un parentesco, lo que tarde o temprano, desataría una confrontación. Con esta premisa, el director Bong Joon Ho presenta Parasite, su novena película como director, en la que retrata la gran brecha social que existe y separa a millones de familias en el mundo, y a la búsqueda constante de oportunidades que faciliten el obtener un mejor estilo de vida. La cinta se divide en dos locaciones cruciales, el semisótano donde viven los Kim, y la lujosa casa de los Park. Ahí podemos conocer los contextos de ambas familias, sus necesidades y su ma

Érase una vez un sueño

Para muchos, era la película más esperada del año, en las salas de Armenia solo duró una semana, a pesar de tener a estrellas de la talla de Brad Pitt y Leonardo DiCaprio. Érase una vez un niño que creció viendo películas de serie b, con vaqueros y samurais. Érase una vez un muchacho que abandonó el colegio para trabajar como acomodador en un cine y luego en un videoclub donde pasó 5 años haciendo recomendaciones personalizadas a los clientes que iban en busca de su conocimiento sobre actores, directores y géneros. Érase una vez un cinéfilo que se convirtió en uno de los realizadores más influyentes del cine contemporáneo, érase una vez un director llamado Quentin Tarantino.  Para hablar de Once upon a time in Hollywood es necesario referirse a él, a su director, un hombre que comenzó en 1992 como el abanderado del cine independiente y ahora es uno de los más respetados por la industria. Su ocho películas previas se han caracterizado por la violencia gráfica, por los diálogo

Tradicionalismo disfrazado de rebeldía

Las hermanas March, Jo, Meg, Beth y Amy, viven en Nueva Inglaterra, Estados Unidos, durante la década de 1860. Las cuatro están pasando por la adolescencia, descubriéndose a sí mismas desde sus pasiones y talentos, y desde las imposiciones sociales de la época que dictaban que era el momento de empezar a buscar un novio rico para casarse y convertirse en esposas que pudieran apoyar a su familia. Todas viven con su madre, Marmee, y Hannah, la mujer que les ayuda, mientras que esperan que su padre regrese de la Guerra Civil, que se libra en ese momento. Mientras pasa el tiempo, cada una se dedica a un arte diferente, que les llena de gozo, Meg, la mayor es una actriz destacada de las obras que escribe Jo, la más rebelde de todas, que sueña con volverse una escritora famosa. Por su parte, Beth es muy talentosa para tocar el piano, y Amy una pintora prometedora. En ese momento crucial de la vida en el que se deja de ser niña, las decisiones serán cada vez más determinantes, así

La justificación de la maldad

En el año en el que los fanáticos de las películas de superhéroes esperaban el cierre del Universo Cinematográfico de Marvel, una película con diez veces menos presupuesto ratificó que la esencia del cine está en el contar una buena historia, más allá de cualquier consideración técnica o despliegue millonario: el Joker. Por una rara enfermedad, Arthur Fleck no puede parar de reír, lo que podría considerarse como una gran ventaja para alguien que trabaja como payaso. Sin embargo, su risa no es de alegría es un lamento por una vida donde solo ha primado el dolor y la tragedia.  Responsable de una madre enferma, sin una figura paterna de referente, atrapado en un trabajo donde nadie lo toma en serio, víctima de la crueldad de los indolentes, Arthur se aferra a la cordura a través del servicio de beneficencia pública donde encuentra alguien que lo escucha y lo medica, mientras en su vida diaria solo sueña con llegar a ser un cómico famoso capaz de hacer feliz a los demás. 

El otoño de la mafía

Un gran guión, excelentes actuaciones, un ritmo trepidante y un mensaje que trasciende. Al terminar de ver El Irlandés queda rondando una sensación que acongoja, como si la historia de un asesino fuera capaz de provocar una extraña melancolía. Por un lado, es la satisfacción de haber tenido la oportunidad de ver una película magnífica, con un guion excelente, que se centra en la violencia, la traición y la soledad; aderezado con una dirección impecable, que refleja la madurez y experiencia del director Martin Scorsese, capaz de regalarnos planos llenos de expresividad, en un montaje hipnótico que solo nos permite tomar aire al final de las tres horas y treinta minutos que dura el metraje. Por el otro lado, queda la desazón de haber visto, tal vez, la última gran película de leyendas vivas de la actuación como Robert De Niro, Joe Pesci y Al Pacino, cuyas interpretaciones superan con creces todo lo que hicieron en las últimas dos décadas; es más, a Pesci no se le veía en

Ford VS, Ferrari

Tras un intento fallido por comprar Ferrari, el presidente de Ford, en 1963, Henry Ford II, se propuso a toda costa a superar a la marca italiana, en un territorio que parecía inconquistable, el automovilismo, y así quedarse con el título de las 24 Horas de Le Mans. Con todo el revuelo por cumplir con esta nueva orden, el equipo Ford buscó ayuda en alguien experimentado, y contrató a Carroll Shelby, un ex piloto, que ya había ganado esa misma carrera en 1959, y que con su compañía Shelby American se dedicaba a la construcción de carros. Para lograr esta hazaña, Shelby supo desde el inicio que necesitaba de la experiencia de alguien que no tuviera miedo de llevar los vehículos al límite ni de hablar sin ataduras sobre lo que no le gustaba, por lo que buscó el apoyo del excéntrico Ken Miles, un mecánico y corredor amateur, que había luchado en la Segunda Guerra Mundial. Esta es la historia que cobra vida en Ford v Ferrari, la película dirigida por James Mangold, que detal