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Mostrando las entradas de junio, 2017

La estratega herida

Jacqueline Kennedy recibió al periodista Theodore H. White en su casa de campo, una semana después de que un francotirador asesinara a su esposo, durante un desfile, que era seguido en vivo por televisión, por millones de estadounidenses. Jackie, con su mirada llena de rencor con el mundo político, que ya llamaba señor presidente a Lyndon B. Johnson, quería narrar su historia: la vivencia macabra de ver morir a su marido en su regazo, y la ‘grandeza’ que se le había arrebatado al pueblo norteamericano, con la partida del muy recordado John F. Bajo la batuta del director chileno Pablo Larraín, Natalie Portman da vida a la emblemática primera dama, en la cinta Jackie, que compone, a través de algunos momentos cruciales de su vida en la Casa Blanca y de su dolor de viuda, una obra que permite conocer de cerca a una de las mujeres ícono del siglo XX. De manera camaleónica, la actriz ganadora del Óscar refleja las inseguridades de su personaje en el momento de presentarse

¡Huye!

Un joven afroamericano camina por las calles de un suburbio estadounidense. La noche y la soledad generan un aura lóbrega, propicia para la perpetración de un crimen, por eso, mientras conversa por teléfono se le nota intranquilo, desconfiado. De repente, un carro deportivo de color blanco y vidrios polarizados pasa frente a él muy despacio, como si desde el interior alguien tratara de reconocerlo, el vehículo gira y empieza a seguirlo lentamente. En medio de la zozobra, el joven duda, su voz se llena de temor, entonces cambia de dirección para evadir a su perseguidor, pero es tarde, lo pensó demasiado, del carro se ha bajado un hombre misterioso que rápidamente lo somete y lo encierra en el baúl. Así comienza ¡Huye!, la ópera prima del director Jordan Peele, pero esta parte tan solo es el prólogo. Una secuencia muy bien lograda que, por medio del foco selectivo, los movimientos sutiles de la cámara combinados con una excelente pieza musical, sirve para encauzar al espectado

Animales hay muchos

Cuenta Víctor Gaviria —el director de cine colombiano recordado por obras como Rodrigo D no futuro, La vendedora de rosas y Sumas y restas—, que su más reciente película, La mujer del Animal, provocó reacciones inesperadas entre los primeros espectadores que tuvieron la oportunidad de verla. Algunos se asfixiaron, otros se indispusieron y prefirieron salirse de la sala. Pero otros, especialmente mujeres, se le acercaron a agradecerle, a contarle que, al igual que la protagonista, habían sido víctimas de la violencia de sus parejas, y que se identificaban con la historia. Y es que La mujer del Animal es una película que se rodó a sabiendas de que no se iban a recuperar los $2.600 millones que costó, sino con el fin de entregarle a Antioquia, a Colombia y al mundo un documento audiovisual que trascendiera, que tocara fibras y denunciara, sin ambages, el maltrato que tienen que enfrentar muchas mujeres en los barrios más pobres de este país. La película transcurre a mediado

Los crímenes de los vencedores, la indiferencia de los sobrevivientes

Kobe, Japón, 17 de marzo de 1945. Finales de la Segunda Guerra Mundial. “¡Ataque aéreo! ¡Ataque aéreo!” grita un hombre desesperado, mientras el ulular de una sirena alienta a los habitantes del pueblo a correr hacia el refugio antibombas. Quedan pocos minutos antes de que los aviones B-29 de la fuerza aérea estadounidense destruyan la ciudad. La gente corre camino al bunker, guiada por el tañido insistente de una campana, pero en una de las viviendas, Seita, un muchacho de 14 años, su hermana Setsuko, de 5, y la madre de ambos se han retrasado, por tomarse el tiempo de enterrar las pocas provisiones que les quedan. Para no demorar más la evacuación, Seita le pide a la madre que se adelante, lo que ella acepta no sin antes advertirle a Setsuko que acate todas las órdenes de su hermano. ­—Tengan cuidado, no tarden—, les pide antes de irse. Un par de minutos más tarde, justo al salir de la casa, se escucha un silencio profundo, Seita levanta la mirada y ve a 3 avio

El arrepentimiento no es sinónimo de vergüenza

Vivir anónimamente en un pueblo frío y aburrido, compartir la cotidianidad con viejos de pocas palabras y tener un entretenimiento ocasional, basado en la competencia y la avaricia, no parecen ser penitencia suficiente para grandes delitos, excepto si estos han ocurrido ‘ante los ojos de Dios’. Bajo esa condena, cuatro curas de oscuros pasados residen en una casa, en la fría costa chilena, donde viven en el anonimato y el silencio, del que salen únicamente para animar a Rayo, el perro galgo con el que compiten en carreras, para conseguir dinero. Los motivos que los llevaron a alejarse de la sotana y la comunión saldrán a la luz en el momento en que reciban a un nuevo compañero, cuya culpa le persigue en forma de hombre, que no teme en gritar a los cuatro vientos los vejámenes a los que fue sometido en la niñez, cuando creía que la santidad se conseguía después de darle placer a un sacerdote. Pablo Larraín dirige El Club, una historia polémica e inédita en el cine lat

Trainspotting 2, la nostalgia de lo vivido

​ Trainspotting 2, la segunda parte del clásico del 1996 que narra las vivencias de un grupo de adictos a la heroína, regresó, para terminar con la incógnita de suerte y venganza que dejó la escena final de su debut. Renton, Sick Boy, Spud y Begbie dejaron de verse durante dos décadas, después de que el primero robara 16 mil libras esterlinas que todos ganaron, al llevar una carga de droga a Londres. El rencor no se ha desvanecido, como tampoco lo ha hecho la estela de adicción y delito que, desde siempre, ha empañado sus vidas, y que los llevará a saldar cuentas, cuando Renton deba retornar a Edimburgo. El director Danny Boyle fue prudente y supo esperar para llevar a cabo fielmente esta segunda parte, que es planteada, en el libro que la inspira, 20 años después. Los actores originales de la primera parte, Ewan McGregor, Jonny Lee Miller, Ewen Bremner y Robert Carlyle, vuelven a encarnar a los icónicos personajes, con el nuevo perfil de la madurez. Los cuatro parec

Belleza Inesperada: Un cuento de Navidad y de autoayuda

Belleza Inesperada es una película efectista, que consigue su objetivo de provocar tristeza; lo malo es que mientras algunos espectadores se conmueven por el drama, para otros el sentimiento es consecuencia del aburrimiento y de ver cómo se desperdició un gran grupo de actores y una buena idea original. Howard (Will Smith) es un exitoso publicista de la ciudad de Nueva York, cuya vida cambia cuando sufre una tragedia que lo sume en una profunda depresión. Aislado, ensimismado, huye de la realidad escribiéndole cartas al universo. Entre tanto, su negocio empieza a verse amenazado, las más importantes firmas quieren desvincularse por su falta compromiso. Cuando sus mejores amigos, a la vez socios, ven ese ‘monstruo’ que se cierne sobre la empresa, conciben una estrategia un poco excesiva, para recuperar a su viejo amigo y salvar la compañía, aunque ignoran que su idea también terminará afectándolos. Belleza Inesperada es una película sobre cómo los seres humanos enf