Trainspotting 2, la segunda parte del clásico del 1996 que narra las vivencias de un grupo de adictos a la heroína, regresó, para terminar con la incógnita de suerte y venganza que dejó la escena final de su debut.
Renton, Sick Boy, Spud y Begbie dejaron de verse durante dos décadas, después de que el primero robara 16 mil libras esterlinas que todos ganaron, al llevar una carga de droga a Londres. El rencor no se ha desvanecido, como tampoco lo ha hecho la estela de adicción y delito que, desde siempre, ha empañado sus vidas, y que los llevará a saldar cuentas, cuando Renton deba retornar a Edimburgo.
El director Danny Boyle fue prudente y supo esperar para llevar a cabo fielmente esta segunda parte, que es planteada, en el libro que la inspira, 20 años después. Los actores originales de la primera parte, Ewan McGregor, Jonny Lee Miller, Ewen Bremner y Robert Carlyle, vuelven a encarnar a los icónicos personajes, con el nuevo perfil de la madurez.
Los cuatro parecen haber crecido con sus roles, lo que hace muy entretenido el filme, que dedica sus primeros minutos a las situaciones que cada uno ha tenido que enfrentar. Así como en la primera parte, Bremner, como Spud, y Carlyle, como Begbie, se roban el show con sus actuaciones, que merecen la atención de las más importantes ceremonias de premios.
Apartes de la primera cinta se mezclan con la historia, quizá con la intención de contextualizar un poco a quienes no recuerdan su antecesora o a aquellos que jamás la vieron; sin embargo, sí es importante refrescar un poco la memoria, y ver la primera, antes de entrar a la sala.
A diferencia de la película noventera, Trainspotting 2 no muestra tan abiertamente el consumo de drogas, e incluye dentro de su discurso de voz en off una crítica al fenómeno de las redes sociales y la búsqueda de seguidores y aceptación, aunque nunca estos temas tienen relevancia en la trama.
Conserva el ritmo vertiginoso y la locura, en cada una de sus escenas, en las que también reaparecen varios personajes secundarios y locaciones que ya se habían visto, dándole un lugar especial a la nostalgia de volver a casa.
Esta es una buena segunda parte, porque deja de lado las improvisaciones que ha llevado el éxito a muchas franquicias, y muestra la rigurosidad de su concepción, para no dejar cabos sueltos.
No obstante, esta película no sería lo que es sin Trainspotting que, a pesar del tiempo que ha transcurrido desde su estreno, sigue sorprendiendo al público con su crudeza, creando empatía con sus jóvenes personajes y divirtiendo con la crueldad de la vida de aquellos que solo necesitan una aguja.
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