El 20 de abril del 2010 ocurrió uno de los desastres ecológicos más graves causados por la mano del hombre: el hundimiento de la plataforma de perforación petrolera Horizonte Profundo.
Una explosión en el pozo conocido como Macondo, localizado en medio del mar del Golfo de México (jurisdicción de Estados Unidos), provocó que la estructura semisumergible derramara más de 5 millones de barriles de crudo mientras iba cayendo al lecho marino. Este petróleo, mezclado con una pequeña parte de metano, afectó el hábitat de cientos de especies marinas y de decenas de aves.
Basada en estos hechos, llega a las salas de cine de Armenia Horizonte Profundo: Desastre en el Golfo, película dirigida por Peter Berg, que va más allá de la tragedia ambiental para ponerse en los zapatos de algunos de los miembros de la tripulación de la plataforma, quienes deberán enfrentarse al infierno en medio del mar.
En la primera parte del filme, Berg logra que el espectador dimensione la magnitud de la tragedia, a través de los dilemas éticos que enfrenta al capitán de la plataforma, interpretado por Kurt Russell, y al representante de la compañía inversionista, encarnado por John Malkovich, una confrontación moral que poco a poco va desvelando una de las caras más terribles de la mezquindad humana: cuando el ahorrar dinero resulta mucho más importante que la seguridad de un grupo de hombres.
La cinta se centra en la vida de Mike Williams (Mark Wahlberg), el jefe técnico de Horizonte Profundo, a través de su punto de vista, el espectador entenderá las causas de la tragedia, las motivaciones que llevan a los humanos a superar cualquier adversidad y la impaciencia de vivir una catástrofe sin salida.
Aunque, de antemano, ya se sabe lo que acontecerá con la plataforma, el director utiliza muy bien el recurso del suspenso para ir aumentando la presión del espectador, quien sentado en su silla, se sentirá con el deber moral de gritar y advertir sobre la explosión, pero, casi sin percibirlo cuando todo estalle, estará luchando por la supervivencia, como cualquiera de los protagonistas.
Por ello, a decir verdad, el personaje principal de la historia es la tragedia, cuando esta por fin comienza, luego de más de una hora de tensión, inicia una serie de escenas impresionantes. Ver la plataforma en medio de la soledad y de la noche marina siendo consumida por el fuego, que, a su vez, es alimentado por el petróleo, que no para de emanar, es, por decir lo menos, aterrador.
A esto se le suma las impactantes secuencias de sufrimiento de algunos personajes que, gravemente heridos, tratan de escapar de la conflagración, mientras otros intentan ayudarlos, sin realmente saber qué hacer.
En los 107 minutos de duración el director utiliza una sutil cámara al hombre como recurso narrativo para dar una sensación de desespero, de sin salida, lo cual sumado al montaje trepidante llevan a que el film se convierta en una gran propuesta cinematográfica.
Las actuaciones son sólidas especialmente la de Russell, como el capitán de la plataforma que, a pesar de las heridas, la impotencia y el verse derrotado ante las circunstancias, trata de mantener la plataforma a flote hasta el último momento.
La banda sonora es el otro punto positivo de la cinta, en algunos momentos lleva a que el corazón del espectador se acongoje ante la desolación de los personajes, que pierden las oportunidades de escapar y con ellas la esperanza de sobrevivir.
Vale la pena destacar la secuencia de la muerte de un pelicano bañado en petróleo, lo cual es suficiente para reflejar el impacto del incidente en la fauna y la flora.
La película cumple con su cometido de entretener y aunque el primer tramo tarda en adquirir ritmo, es necesario que sea así para poder comprender las causas del desastre. La segunda parte, por el contrario, lleva a que la cinta gane en intensidad y logre el balance perfecto.
Horizonte Profundo es de esa clase de películas que vale la pena ir a disfrutar al sala de cine, por los buenos efectos especiales y porque allí nadie interrumpirá la emoción de su buen relato.
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