En el último intento, Jack se dio cuenta que, si se
acomodaban bien, Rose y él podrían flotar en el Atlántico Norte, tras el
naufragio del Titanic.
Años de un matrimonio tranquilo, pero igual a todos
los demás, los tenía inmersos en un deseo desesperado por superarse, de
alcanzar sus aspiraciones profesionales y ser tan irreverentes como cada uno
creía que lo era.
Sin embargo, parecía que el mundo no daba la talla
para su perfección. Ella, April, una aspirante a actriz convencida de su
talento perdía la fe siempre que el telón se cerraba ante sus ojos,
descubriendo que ese grupo de amateur no le permitían sacar lo mejor de sí.
Él, Frank, deslumbraba al abrir la boca, al hablar de
sus anhelos de juventud, pero su rutinario trabajo lo tenía encerrado en cuatro
paredes, contestando teléfonos y siempre mirando hacia un mismo horizonte.
Era como si todos los sueños que parecían cercanos se
hubieran hundido, esfumado de sus vidas, al adquirir responsabilidades más
grandes.
Sin embargo, el día del cumpleaños número 30 de Frank,
April decide darle una sorpresa: Viajar a París, para conseguir inspiración,
tomar el riesgo de salir de su realidad y abandonar el tedio del conformismo.
Revolutionary Road, o Sólo un sueño, es la cinta que
narra esta historia, y que devuelve a tierra firme a una de las parejas más
célebres de la pantalla grande: Kate Winslet y Leonardo Dicaprio, quienes
sellaron su amor en Titanic, en 1997.
La cinta dirigida por Sam Mendes, ganador del Oscar
por American Beauty, se adentra en la frustración de la joven pareja, que
después de tomar una decisión, pareciera no avanzar hacia ese gran destino.
Ambos actores hacen un trabajo maravilloso. Dicaprio
se presenta como un hombre seguro, al inicio del filme, para después dejar ver
sus debilidades, la encrucijada en la que se convierte su vida y el dolor.
Por su parte, Winslet interpreta a una mujer sumida en
la angustia de no ser la maravilla que todos esperan, la esperanza de volver a
creer en la bondad del futuro y el miedo de que algo interfiera con sus planes.
Para apoyar este análisis al golpe que suele dar la
cotidianidad en el ego, las actuaciones de Kathy Bates, Michael Shannon,
Kathryn Hann y Zoe Kazan adornan a la perfección el contexto emocional.
Igualmente, toda la producción logra su cometido de
transportarse hasta 1955, el año en que está situada, reconociendo esos lugares
que parecen ideales, pero que esconden esa constante amargura.
Revolutionary Road mantiene al espectador pendiente de
los giros que tendrá la historia, deja la expectativa intacta tras cada
decisión que toman los personajes, y demuestra que cuando la motivación se
desvanece como un simple sueño, seguir viviendo se convierte en una opción para
valientes.
Después de visualizar, en tres segundos, lo que
vendría en su futuro, Jack bajó de la puerta y dejó que Rose se quedara allí
sola. Él sería su salvador y amor eterno, ella enfrentaría el futuro.
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