Ir al contenido principal

Amy


El ascenso hacia al éxito de una joven aspirante a cantante se transforma en el descenso de su tranquilidad y en la pérdida total de su rumbo, cuando el talento deja de ser suficiente. 

Amy Winehouse, la artista británica que falleció en 2011, es el eje central de Amy, el documental ganador del premio Óscar de la Academia, en su edición de 2016. 

Una producción franca, realizada en su gran mayoría con imágenes de archivo de videos caseros, filmados desde la adolescencia de la cantante, grabaciones de paparazzi y fotografías privadas que definen en dos horas a la mujer que volvió las miradas hacia el jazz, a comienzos del siglo XXI. 

El director Afis Kapadia logra un excelente trabajo gracias a la edición de esas piezas reveladoras, acompañadas de la narración de amigos y familiares de Amy, que describen su personalidad y los diversos momentos de su vida que fueron fundamentales para su trágico destino.

Sin embargo, los apartes más personales de toda la cinta son los que contrastan la imagen privada con las canciones de la joven, generando la impresión de que es ella quien habla al público, quien confiesa los sentimientos que la inspiraron a hacer música. 

Ese elemento, derivado de una cuidadosa labor periodística, le otorga una mirada mucho más profunda al guión, que también traza un paralelo entre el éxito mundial y la catástrofe personal de su protagonista; la presión del asedio público, su vulnerabilidad a las adicciones y los impactos de sus relaciones amorosas.

Cabe resaltar que Kapadia no se quedó sin recursos visuales propios, pues se encargó de describir cada locación fundamental con tomas aéreas, que contrastan bien con la filmación amateur. 

De esta manera genuina y realista se compone una historia de vida cruda, en la que un futuro exitoso terminó derramado, por culpa de la inestabilidad y los excesos. Un manantial que terminó desbordado en la nada, y que dejó únicamente el canto de su recuerdo. 

Comentarios

Entradas más populares de este blog

La gracia de la desgracia

Muchos deseos son imposibles de contener, como si dentro de nuestro cuerpo calmado, de nuestras palabras serenas, y de nuestra actitud paciente, se albergara una persona distinta, que cuando quiere algo lo reclama, sin importar las circunstancias, consecuencias o la situación en la que se encuentre. Igualmente, dentro de cada uno, vive alguien que es capaz de reírse de las desgracias ajenas, de ver humor en la tragedia, en el peligro y en la vida complicada de quienes despiertan su sed de venganza, antes de abrir los ojos. Y al final, existe otro tipo de mente, que es quizá la más escasa, pues su dueño tiene la capacidad de unir esos elementos perversos, y crear un guión que conquiste las salas de cine, sin la necesidad de recurrir a finales felices o a historias de superación. Ese último individuo es Damián Szifron, el director argentino que de la mano de seis historias dramáticas, generó risas culpables y buenas críticas del público atraído por un título simple: Relat

Cicatrices compartidas II: Brad Pitt

A pesar de que Brad Pitt tiene casi el doble de la edad que Heath Ledger tenía cuando interpretó al Joker de ‘Batman, el caballero de la noche’, el actor norteamericano sería una excelente alternativa para encarnar al villano, en una hipotética cuarta parte de la saga dirigida por Christopher Nolan. Detalles tan simples como la forma del rostro ya le darían una ventaja competitiva frente a cualquier otro que intente maquillarse como el payaso, ponerse el traje morado de chaleco verde y salir a hacer arder el mundo. Brad, en personajes como el de Jeffrey Goines de la magnífica 12 Monos, ha demostrado que puede encarnar el delirio, que puede reflejar la demencia en sus ojos y desarrollar cualquier tic nervioso, como refregarse la lengua en los labios ocasionalmente y así generar repudio. Además, ¿qué amante del buen cine puede obviar la tremenda interpretación del teniente Aldo Raine, líder de los Bastardos sin Gloria de Tarantino? Con ese trabajo Pitt evidenció que, para repres

Familia que roba unida…

Por @kalosw Cuando uno piensa en el Japón actual se imagina un mundo del futuro donde conviven los más grandes avances tecnológicos y los rituales de una cultura milenaria: el tren bala más rápido del mundo pasando a pocos metros de los encantadores templos shinto, donde se veneran a los espíritus de la naturaleza. También, se piensa en una sociedad admirable que supo reponerse a la devastación de dos bombas atómicas, al apostar por la paz y valorar el sentido de lo colectivo por encima del individual, de ahí la extraña sensación que, en los primeros minutos, provoca la película Un asunto de familia cuando desvela el lado marginal del país del sol naciente, a través de la cotidianidad de un particular clan que vive de empleos precarios y de cometer pequeños robos en supermercados.  Pero esa primera impresión pasa rápidamente a un segundo plano, cuando la delicadeza del relato, colmado de detalles: gestos, silencios, diálogos sutiles y hermosos encuadres naturales, intr