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Con la melancolía a cuestas


Por Camila Caicedo

Fern vive en su casa rodante, una furgoneta pequeña en la que duerme, cocina y va al baño, con las incomodidades que esto representa para quienes nunca hemos salido de una casa tradicional. Trabaja exhaustivamente en lo que encuentra rodando por las carreteras, empacando mercancía en Amazon, seleccionando papas, atendiendo restaurantes y haciendo limpieza. Está sola, se nota, pero al abrir la puerta de su vehículo se encuentra siempre con una comunidad de amigos que, como ella, viven de la misma manera, buscando qué traerá el camino. 

Nomadland es la película de la directora china-estadounidense Chloé Zao que está conquistando la crítica y las ceremonias de premios, este año. La cinta, protagonizada por Frances McDormand, está basada en el libro País Nómada: Supervivientes del Siglo XXI, de la periodista Jessica Bruder, que relata este modo de vida que cada vez es más utilizado por los mayores de 60 años de Estados Unidos, que se han visto afectados por la crisis económica, en especial la de 2008. 

Con una breve explicación sobre lo ocurrido en Empire, una población en Nevada, que a raíz del cierre de una fábrica que empleaba a la mayoría de sus residentes, tuvo que ser deshabitado en 2011, la historia presenta a Fern, su protagonista, a partir de su estilo de vida, su trabajo, sus conocidos, pero, en especial, a partir de su tristeza.  

Y es que a pesar de que esta propuesta se vuelve casi una especie de documental sobre las diversas historias con las que Fern se encuentra, presentadas en su mayoría por actores naturales que son verdaderos nómadas referenciados en el libro de Bruder, ella todo el tiempo transmite melancolía. Para ella no se trata de dejar ir, sino de ir a pesar de la carga que lleva dentro.  

McDormand se mueve todo el tiempo entre la desolación y la resiliencia, entre sus decisiones y las circunstancias, pero este personaje quizá es tan similar, un poco menos rudo, a los que ha hecho recientemente, que puede caer en ciertos lugares comunes. 

No obstante, las perspectivas del resto del reparto, como la búsqueda de la libertad, el escape del sistema, el encuentro con la naturaleza y la colaboración que existe entre aquellos que se vuelven familia en grandes estacionamientos, generan una sensación de interés por quién será el próximo amigo o el próximo aprendizaje de la protagonista. 

Otra de las características que tiene esta película es su falta de hilo conductor. Nunca se explican los motivos que llevan a Fern a abandonar trabajos y lugares, y tampoco se hace énfasis en los trayectos, sino que el guion se enfoca en mostrar lo cambiante de sus oficios, compañeros y desafíos. 

Se espera que Nomadland sea la gran triunfadora de la noche de los Oscar y sin que sea mi favorita frente a otras propuestas de la temporada, sí creo que esta es una película que lleva a reflexionar sobre el hecho de soltar la costumbre o un estilo de vida establecido, sobre desmitificar la búsqueda de la felicidad y la perfección de los sistemas, y también sobre apreciar ese uno que se puede llegar a ser con el universo, cuando no hay más que paisaje.   

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