Ir al contenido principal

Dr. Strange



Nadie que vaya a cine a ver una película de superhéroes va con la intención de encontrar grandes disertaciones filosóficas, tramas elaboradas, actuaciones memorables o villanos inolvidables. La trilogía de Batman, dirigida por Christopher Nolan, es una excepción a la regla, a tal punto que cuando DC quiso imitarla, sin la maestría del director londinense, aparecieron bodrios insufribles como Batman VS Superman o el Escuadrón Suicida. Ir a una sala de cine en pleno 2016, cuando se estrenan, en promedio, seis películas al año de personajes con superpoderes es ir a entretenerse, a pasar un buen rato en familia, a distraerse con los amigos.
Esa situación la entendió Marvel desde 2008 cuando lanzó Iron Man, la cinta que dio origen a su universo cinematográfico, y es por ello que ocho años después sigue repitiendo la misma fórmula: un hombre común adquiere por error o casualidad cualidades extraordinarias, que le cambian la manera de enfrentar la vida, entonces aparece su contraparte, un villano que sin mayores explicaciones quiere apoderarse o destruir el mundo. Tramas simples, sencillas mezcladas con altas dosis de humor (hasta en los momentos más inadecuados), apariciones tontas de Stan Lee y un par de escenas después de los créditos le han generados grandes réditos en la taquilla mundial a la ‘casa de las ideas’. Toda esta explicación para decir que Dr. Strange es una buena película que no le aporta nada al subgénero, que no sorprende y que está hecha con la misma receta. La historia El doctor Steven Strange (Benedict Cumberbatch) es el neurocirujano número uno del mundo. A través de su habilidad con el escalpelo se ha forjado una enorme fortuna, una excelente reputación profesional y un ego monumental. Sin embargo, cuando sufre un accidente automovilístico, que le deja las manos malheridas, se ve obligado a buscar una cura en una comunidad aislada en Nepal llamada Kamar-Taj. Allí, a través de Ancestral (Tilda Swinton) y de Mordo (Chiwetel Ejiofor) aprende que no existe una sola realidad, que hay planos de la vida más allá de lo material, que, por medio de la magia, se puede transformar el mundo, pero que así como existen diferentes seres procurando mantener el equilibrio, hay otros que desean el caos y que a veces hay que luchar a muerte para proteger al planeta. Pronto, con entrenamiento y mucha dedicación, Dr. Strange se convierte en un gran hechicero, que debe enfrentar una ‘gran’ amenaza. El mejor casting de Marvel Benedict Cumberbatch, como Dr. Strange, se convertirá rápidamente en el superhéroe favorito de muchos. Su interpretación hace que el personaje simpatice de inmediato con el público. Él es el gran acierto de la película, logra transmitir muy bien la personalidad odiosa, egocéntrica, pero al mismo tiempo sabia; aunque se parece mucho al personaje de Tony Stark, resulta más amable.
Por su parte Tilda Swinton se roba la atención de cada escena en que aparece. Aunque Ancestral en el comic no es una mujer, ella logra que este detalle pase desapercibido. Chiwetel Ejiofor también se destaca con una actuación correcta, que lo prepara para ser el villano de una segunda parte.
Mads Mikkelsen, a pesar de su gran capacidad histriónica, le tocó jugar con la más fea, al encarnar a un personaje mal construido desde el guion, que no pasa de ser un estereotipo de malvado. Buenos efectos especiales Dr. Strange es la mejor película de Marvel en cuanto a efectos especiales, las escenas de combate en edificios que se doblan y cambian su estructura transmiten toda la psicodelia propia del personaje. El CGI sumado al correcto manejo de cámaras hacen que la experiencia en una sala 3D sea superior a muchas de las películas que se han visto este año en la gran pantalla. En conclusión Dr. Strange es otra aceptable película que no trascenderá en la historia, porque apela a un camino ya recorrido, a una fórmula que se está desgastando, pero que sigue siendo exitosa en términos monetarios.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

UNA ODA AL PATRIOTISMO GRINGO

American Sniper es una exaltación cinematográfica al más arraigado patriotismo estadounidense, en ella se cuenta la historia de Chris Kyle (Bradley Cooper), un vaquero texano, que aprendió a manejar el rifle como un experto, tras pasar por el ritual de convertirse en hombre cazando venados, y que, gracias a ese talento, en la Guerra de Irak se convirtió en el francotirador más letal de la historia militar gringa, defendiendo a su ejército de todo aquel que lo amenazara, incluso mujeres o niños.  El film biográfico tiene varios ritmos narrativos, por un lado la lentitud de las secuencias que desvelan las motivaciones del personaje, su pasado antes de ingresar al ejército y, en especial, su vida amorosa, que le generan varios traumas y conflictos de los cuales no se puede despegar ni en los momentos más álgidos de la guerra. Por el otro lado, está el ritmo frenético de las persecuciones durante el conflicto, una serie de planos y movimientos de cámara ágiles que muestran ...

De lo bizarro a lo conmovedor: Mi reencuentro con Lena Dunham

  Por Camila Caicedo Después de casi diez años de su final, esta semana terminé de ver Girls , la serie creada por Lena Dunham, que en los veinte me hacía sentir identificada con la idea de estar en el mundo para un éxito desmedido, pero no saber por dónde empezar. Ahora que estoy en los treinta, la serie me mostró, en sus últimas temporadas, aquellas amistades que se separan, en especial cuando todas las integrantes viven en una competencia eterna por ser mejor, y las historias irreverentes que me causaron gracia y desespero por su actitud, pero que, a la vez, fueron una muy buena respuesta a la incógnita de qué había pasado con ellas. Así fue que regresé a Lena, “la voz de su generación”, como lo dice el personaje de Hannah a sus 24 años, en el primer episodio de esta propuesta que la puso en el mapa de la televisión estadounidense en 2012, al presentar personajes cargados de trivialidades y narcisismo, sin la estabilidad o vida ideal que han proyectado otros. El reencuentro Por ...

La simplicidad de estar vivos

Por Camila Caicedo La primera vez que me senté frente a Everything Everywhere All That Once o Todo en Todas Partes Al Mismo Tiempo, estaba en un teatro lleno, con algo de tensión por el círculo que me rodeaba, y a pesar de llamarme la atención desde el cartel y la actriz que veía en él, la película (y la situación fuera de la pantalla) me fue saturando tanto que salí algo mareada, confusa y con el deseo de volver a casa.  En mi segundo encuentro con la cinta, que ya empezaba a ser reconocida por sus logros en taquilla, en plataformas y por su impacto cultural, sentí mucha expectativa por volverla a ver, tanto que cada salto en los multiversos que presenta me emocionó como si nunca la hubiera visto, me hizo llorar con la manera en que aborda la relación entre madre e hija y me generó una sensación de esperanza total en el futuro cinematográfico, gracias a The Daniels, el dúo de directores jóvenes que unidos habían logrado semejante hazaña.  Sin embargo, para escribir esta reseñ...