Ir al contenido principal

La familia no se elige



Harold Meyerowitz (Dustin Hoffman) es un escultor fracasado, de éxitos olvidados en algún estante, un artista contestatario que parece no estar dispuesto a perdonarle a la vida que le haya negado la oportunidad de triunfar y que sí se la haya dado a otros de habilidades inferiores.

A pesar de tener más de 70 años, una universidad le ha dado la oportunidad de realizar lo que probablemente sea su última exhibición, un evento pírrico, quizás hasta irrelevante, pero que se constituye en la excusa ideal para propiciar el reencuentro de sus hijos, fruto de dos, de sus cuatro matrimonios.

Danny Meyerowitz (Adam Sandler) es el hijo mayor de Harold, un músico que solo compuso unas pocas canciones y cuyo mayor logro fue haber sido profesor de piano. Nunca trabajó, fue un señor de casa que se dedicó a criar a su hija, quizás proyectando todo el amor que jamás recibió de su padre. Acaba de separarse y su hija se ha marchado a la universidad.

Matthew Meyerowitz (Ben Stiller) es el hijo menor de Harold, hermanastro de Danny. Es el único de la familia que no se inclinó por una faceta artística, sino que prefirió ser contador, profesión en la que aprendió cómo hacer dinero, asesorando a gente rica sobre cómo manejar sus finanzas. Él, al contrario de Danny, es el centro de atención de su padre. Acaba de separarse y parece no prestarle la suficiente atención a su hijo de 5 años.

Jean Meyerowitz (Elizabeth Marvel) es la hija de Harold, una fotógrafa por vocación que, en la empresa donde trabaja como asesora comercial, ocasionalmente, se dedica a hacer videos de los cumpleaños de sus compañeros, por lo que la llaman la cineasta. Al igual que Danny tampoco conoció el cariño de su padre.

Cuando todos ellos se encuentran para la exposición, un suceso inesperado desatará reproches, revivirá viejas rencillas y pondrá a prueba la tolerancia que cada uno tiene sobre el dolor, la capacidad de perdonar, la habilidad para amar sin condiciones, sin falsos idealismos, como seres imperfectos y comprendiendo que, en ocasiones, también significa saber decir adiós.

Un drama pesado, pero con buenas actuaciones

Los Meyerowitz, película escrita y dirigida por Noah Baumbach, es una excelente comedia dramática que plasma las relaciones disfuncionales de esta familia de Nueva York, con la que se puede identificar cualquier persona en el mundo.

Cuenta con un guion sólido que no busca complacer al espectador con un desenlace esperanzador, sino que transmite muy bien la crudeza de la vida, que, por lo general, suele ser inclemente, despiadada.

Su narrativa, con acercamientos repentinos, cortes bruscos entre planos, diálogos donde los personajes no se escuchan, sino que solo esperan su turno para hablar (como en la vida real), recuerdan los dramas de Woody Allen; mientras que los encuadres y algunos movimientos llevan a pensar en el gran Wes Anderson.

Es reconocida como la mejor cinta que, hasta la fecha, ha lanzado la plataforma Netflix, no obstante, especialmente en la primera parte, carece de ritmo, se siente sosa y cuesta un poco entender lo que está pasando o, simplemente, parece que no pasara nada.

Sin embargo, tiene su gran acierto en las soberbias actuaciones algo que resulta, por lo menos raro, cuando se observa que el elenco está integrado por Adam Sandler y Ben Stiller, pero sí, es cierto, ellos ofrecen un gran duelo interpretativo, al que se suma el siempre bien ponderado Dustin Hoffman.

En ellos recae gran parte del peso emocional de la trama y saben llevarlo con maestría, en los momentos más impactantes se siente el resquebrajamiento de los personajes, además de que saben ser muy sutiles a la hora de hacer algún apunte cómico.

Debe quedar claro que Los Meyerowitz no es una película para todos. Su drama no plantea soluciones y a más de uno le costará adecuarse a su ritmo, pero aquellos que ingresen a este mundo podrán identificarse con el conflicto, podrán conmoverse con las excelentes interpretaciones y, al final, se sentirá embargado por un, casi imperceptible, sentimiento de nostalgia.


Comentarios

Entradas más populares de este blog

La gracia de la desgracia

Muchos deseos son imposibles de contener, como si dentro de nuestro cuerpo calmado, de nuestras palabras serenas, y de nuestra actitud paciente, se albergara una persona distinta, que cuando quiere algo lo reclama, sin importar las circunstancias, consecuencias o la situación en la que se encuentre. Igualmente, dentro de cada uno, vive alguien que es capaz de reírse de las desgracias ajenas, de ver humor en la tragedia, en el peligro y en la vida complicada de quienes despiertan su sed de venganza, antes de abrir los ojos. Y al final, existe otro tipo de mente, que es quizá la más escasa, pues su dueño tiene la capacidad de unir esos elementos perversos, y crear un guión que conquiste las salas de cine, sin la necesidad de recurrir a finales felices o a historias de superación. Ese último individuo es Damián Szifron, el director argentino que de la mano de seis historias dramáticas, generó risas culpables y buenas críticas del público atraído por un título simple: Relat

Cicatrices compartidas II: Brad Pitt

A pesar de que Brad Pitt tiene casi el doble de la edad que Heath Ledger tenía cuando interpretó al Joker de ‘Batman, el caballero de la noche’, el actor norteamericano sería una excelente alternativa para encarnar al villano, en una hipotética cuarta parte de la saga dirigida por Christopher Nolan. Detalles tan simples como la forma del rostro ya le darían una ventaja competitiva frente a cualquier otro que intente maquillarse como el payaso, ponerse el traje morado de chaleco verde y salir a hacer arder el mundo. Brad, en personajes como el de Jeffrey Goines de la magnífica 12 Monos, ha demostrado que puede encarnar el delirio, que puede reflejar la demencia en sus ojos y desarrollar cualquier tic nervioso, como refregarse la lengua en los labios ocasionalmente y así generar repudio. Además, ¿qué amante del buen cine puede obviar la tremenda interpretación del teniente Aldo Raine, líder de los Bastardos sin Gloria de Tarantino? Con ese trabajo Pitt evidenció que, para repres

Lady Bird

Como un pájaro libre, ‘Lady Bird’, de 17 años, quiere volar lejos de su realidad y de su madre. Y esto es algo normal, porque está a punto de entrar a la universidad, ha empezado a descubrir el amor y se siente frustrada en la ciudad en la que vive, Sacramento, California, porque no tiene un estilo de vida ostentoso y porque su sueño es estudiar en Nueva York. Marion, su madre, que trabaja largos turnos en un hospital, para soportar la crisis económica que atraviesa su familia, no está de acuerdo con su rebeldía y con su decisión de irse lejos, por lo que las peleas y las críticas son un constante de su relación. Crecer nunca fue fácil, y convivir con mamá, especialmente durante la adolescencia femenina, tampoco lo es, por lo que esta historia es todo un espejo de los desencuentros que se dan en esa época, a pesar de que el amor nunca se ausente. Greta Gerwig dirige esta, su ópera prima como directora y su sexto guion, en el que nuevamente se enfoca en la cotidianidad