En los Estados Unidos, la economía más sólida del planeta, los profesionales de Wall Street trabajan ‘honestamente’ para que el pueblo pueda alcanzar el modo de vida americano. Motivados por un espíritu ‘filantrópico’ han diseñado un negocio donde todos ganan. Es así de ‘sencillo’: otorgan créditos hipotecarios a aquellos que, sin importar su capacidad de pago, desean hacer realidad el sueño de tener casa propia. Luego, desinteresadamente, les compran el concepto a las firmas calificadoras del riesgo, para que clasifiquen los créditos como triple A (inversión segura). Posteriormente agrupan a varios de estos préstamos en un bono, el cual es negociado en la Bolsa, partiendo de la premisa que nadie va a dejar de pagar la hipoteca de su casa. Gracias a las excelentes comisiones, muchos corredores se han hecho millonarios y cada vez más gente está disfrutando de su nueva casa. ¿Qué hay de malo en eso? Sin embargo, en el mismísimo corazón Wall Street hay algunos desadaptados que han d